Uno de los principales retos de la industria alimentaria es innovar en el desarrollo de procesos y productos. Para ello, es imprescindible introducir una metodología de trabajo eficaz que dé respuesta a las necesidades del sector y a las demandas y preferencias de los consumidores.
Entre los beneficios que supone mejorar productos y optimizar procesos encontramos el incremento de la capacidad de producción, reducción de costes y un incremento en la gama de productos.
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