Reducción de la huella de carbono en la cadena alimentaria: un reto que nos concierne a todos

La industria alimentaria es uno de los sectores más importantes para la vida diaria… y también uno de los que mayor impacto genera en el planeta. Según la FAO, el sistema alimentario global es responsable de aproximadamente un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero. Desde la producción agrícola hasta el transporte y el consumo, cada eslabón de la cadena suma.

Por eso, reducir la huella de carbono en toda la cadena alimentaria se ha convertido en un desafío inaplazable. Pero, ¿cómo se puede lograr?

En el campo: agricultura más sostenible

La primera gran fuente de emisiones está en la producción agrícola y ganadera.

Algunas soluciones clave son:

Agricultura regenerativa, que no solo cultiva, sino que también mejora la fertilidad del suelo y captura carbono.

Uso de fertilizantes orgánicos y biológicos, reduciendo la dependencia de químicos.

Optimización del agua y la energía mediante riego inteligente y energías renovables.

Innovaciones en alimentación animal que reducen la emisión de metano en la ganadería.

En la industria: eficiencia y energías limpias

El procesamiento y envasado de los alimentos también deja una huella importante. Para minimizarla, muchas empresas están apostando por:

Energías renovables en fábricas y plantas de procesado.

Ecodiseño de envases, con materiales reciclables o biodegradables.

Logística interna más eficiente, reduciendo consumos energéticos en refrigeración y transporte.

En el transporte: menos kilómetros, menos emisiones

El viaje del campo a la mesa es un punto crítico. Algunas medidas son:

Potenciar el consumo local y de temporada, reduciendo largas cadenas de distribución.

Uso de vehículos eléctricos o híbridos en flotas de reparto.

Optimización de rutas logísticas gracias a la digitalización y al big data.

En el consumo: un papel protagonista

El consumidor también es parte fundamental de la ecuación. Nuestras decisiones diarias pueden marcar la diferencia:

Elegir productos de proximidad.

Priorizar dietas basadas en vegetales, que generan menos emisiones que la carne.

Reducir el desperdicio alimentario en casa, comprando lo justo y aprovechando mejor los alimentos.

Apostar por marcas que demuestren compromisos reales con la sostenibilidad.

Reducir la huella de carbono en la cadena alimentaria no es tarea de unos pocos: requiere la colaboración de productores, industria, gobiernos y consumidores. La buena noticia es que ya existen muchas innovaciones y proyectos en marcha, y cada vez más empresas están entendiendo que la sostenibilidad no es una opción, sino una necesidad y en el Centro Tecnológico de la Conserva y Alimentación apostamos por la sostenibilidad en la industria alimentaria ayudando a las empresas a reducir la huella de carbono.

Al final, lo que está en juego es más que un modelo de negocio: es la salud del planeta y de las futuras generaciones.